Ángel, Valencia, 48 años, emprendedor desde muy joven creando un pequeño negocio, 17 años después decidí vender la empresa por un motivo principal: entendí que me iba a morir (algún día).
Está muy bien eso de invertir, emprender, etc, pero hay dos puntos que resaltaría y que ojala me los hubieran enseñado hace tiempo:
- El punto que a muchos se les olvida en sus ecuaciones financieras: que la vamos a palmar, nos vamos a morir, no sé qué día pero eso ocurrirá seguro.
- Que por encima de cualquier ecuación o estrategia está ser lo que yo llamo “un buen inversor de vida”: aquella persona que maneja sus recursos de una manera equitativa, sin exceso y sin defecto. Llamo recursos a: salud, tiempo disponible, obligaciones y responsabilidades, bienes materiales y dinero.
Del punto 1 no hay nada que añadir; algún día la palmaremos y punto. Mi único consejo es que cada uno se haga su “presupuesto de vida” siendo optimista los años que puede vivir, y siendo pesimista en calcular los recursos económicos que tiene o tendrá.
Del punto 2 hay personas que viven por encima de sus posibilidades metiéndose en deudas y en follones que luego no pueden asumir, pero hay otras personas que viven por debajo de sus posibilidades.
En el camino de los años que llevo con esta filosofía, he pasado por varias fases:
Fases Psicológicas tras la Libertad Financiera
- Fase – Como si me hubieran sacado de la cárcel: Al fin libre, puedo hacer lo que quiera. Me pasé largo tiempo viajando. La sensación de libertad absoluta es difícil de describir. Disfruté a tope durante mucho tiempo.
- Fase – La emoción desaparece: Viajaba, pero ya no era tan emocionante. Se había convertido en algo habitual. Es verdad que me ha aportado muchas experiencias, pero había dejado de disfrutarlas de verdad. No saboreaba la vida. La «vida de vago no es fácil» como la he llamado muchas veces.
- Fase – Liarse con cosas empresariales: Volví a las andadas… me di cuenta de que estaba otra vez casi trabajando, cuando precisamente la idea era evitarlas.
- Fase – Volver a retomar mi vida sin trabajos innecesarios
- Fase – Buscando un sentido más profundo de mi vida, buscando y buscando al final entré en crisis durante varios meses. La idea de «ahora qué» como bien expresas, ocupaba cada vez más espacio en mi mente. Era un bucle constante.
- Fase – Coronavirus: fue un mal, pero un mal necesario. Eso me hizo parar ese bucle de pensamiento no útil, todo podía esperar ahora y ese Coronavirus barrió con todo pero dejando una profunda aceptación de la realidad y estando en paz conmigo mismo y con el presente.
- Fase – Ver las cosas buenas del día a día: nada ha cambiado ahí fuera, pero sí aquí dentro, aumentando mi capacidad de maravillarme por los pequeños placeres simples de la vida.